Mónica Cavazos
Noviembre 2022 y el único mundial que me interesa es el de escritura. Hace un mes mi hijo y su hermano hablaban de Mbappé, Messi y otros jugadores en la quiniela mental de quién será la figura en esta edición.
¿Cómo? ¿Apenas se jugará?, pregunté.
Ellos alzaron la ceja en esa actitud que les encanta a los chicos para sentirse superiores.
Inicia en noviembre, dijeron levantando los hombros y mostrando las palmas.
Ah, sí, por lo del clima, reviré recalcando las últimas palabras para que supieran que no estaba completamente perdida.
Se trata del primer mundial que se jugará en el otoño según el hemisferio norte. He querido borrar de mi radar las críticas por las condiciones de trabajo que imperan en la modernización del estadio más importante de Qatar. No es falta de empatía con los migrantes de Bangladesh, India y Nepal que son esclavizados. Es que en mi país, el de la eterna ensoñación de llegar al quinto partido en un mundial, la situación de la migración y emigración, la violencia y otros temas que desmoronan la esperanza me mantienen atenta.
Me habría gustado escribir de manera divertida mis experiencias como aficionada del equipo que, después de derrotas bañadas de emociones y gritos de «SÍ SE PUEDE» (aunque nunca se logra), germinó la máxima: «jugaron como nunca y perdieron como siempre». Esperaba la consigna del día siete para lanzarme al modo: «burlarte de todo, es domingo, se vale reír».
No lo logro. Mis compañeras de equipo del mundial que sí atiendo, el de teclear por una semana al menos tres mil caracteres diarios, se quedarán con la idea del pesimismo y espíritu de tragedia que impera en mis textos. Así sucede cuando lo que escribes sale de adentro, de lo que nos mueve, de lo que importa y rasca con el filo de su cuchillo desde el estómago.
Supongo que no ayudó acudir de bomberazo al concierto de Caifanes ayer sábado. Prometía ser una noche de diversión: rock noventero para instalarse en la nostalgia de los buenos tiempos. Habrá quien tenga otros recuerdos. Para mí fue una época de menor “azotés” como le llamo. A los veinte años lo que importa es mirarse en los espejos de la imaginación que circundan alrededor. El yo yo yo es lo que impera.
El vocalista fue el culpable o al menos la voz del grupo al que decido responsabilizar. A medio concierto salieron del escenario y dieron paso a la Canción sin miedo de Vivir Quintana. Las bocas de las mujeres que mantenían el puño en alto y la furia en sus ojos ocupaban las pantallas.
La semana del 31 de octubre al 6 de noviembre, que abarca el Mundial de escritura, coincide con las noticias de las muertes de Ariadna Fernanda López Díaz y Lidia Gabriela Gómez. Ambas en situaciones que duelen e indignan. Ari cometió el atrevimiento de beber de más en una fiesta con amigos. Tomó un taxi de madrugada en la Ciudad de México. Su cuerpo apareció en el kilómetro 7 de la carretera La Pera – Tepoztlán en el Estado de Morelos. La fiscalía local se apresuró a decir que ella misma es responsable de su muerte. Por borracha. Son palabras mías por supuesto. Ellos utilizan conceptos médicos-legales como eufemismos para darnos una lección a todas las demás.
Les interesa dejar claro que Ari no murió en su Estado. Patear el balón al otro lado de la cancha. Aún no pueden afirmarlo pero harán lo necesario para arrojar su cuerpo a la Ciudad de México. Lo importante es que la cifra de agravios no aumente en esa localidad. Las investigaciones están en curso. No tienen certeza de cómo aparecieron sus restos en ese sitio. Lo que no dudan es en culparla. El juicio moral es expedito.
Lidia Gabriela se aventó de un taxi en movimiento —fue lo que se dijo entonces, después se supo que intentaba pedir auxilio por la ventanilla y el movimiento brusco del chofer la hizo caer—. La nota dice que la joven le comunicó por chat a su novio que el hombre tenía una actitud amenazadora, que quería cobrarle de más y que no hizo la parada en la zona del metro Constitución donde ella pidió bajar.
¿Qué habrá pasado por la mente y el cuerpo de Lidia que decidió tomar un riesgo tan extremo? Murió por traumatismo encefálico. Es otro de los muchos nombres con los que se manifiestan las consecuencias del terror. Al menos la fiscalía de la Ciudad de México decidió tipificar la muerte de Lidia como presunto feminicidio.
♪ A cada minuto, de cada semana
nos roban amigas, nos matan hermanas
destrozan sus cuerpos, los desaparecen
no olvide sus nombres, por favor, señor presidente.
Por todas las compas marchando en Reforma
por todas las morras peleando en Sonora
por las comandantas luchando por Chiapas
por todas las madres buscando en Tijuana
cantamos sin miedo, pedimos justicia
gritamos por cada desaparecida
que resuene fuerte "¡nos queremos vivas!"
que caiga con fuerza el feminicida ♫…
La letra de Vivir Quintana es casi verdad aplastante si no fuera porque no cantamos sin miedo. Lo hacemos con rabia, lo hacemos llorando, sorbiendo los mocos y llenas de miedo.
Estoy segura de que otro día, la siguiente semana, después de año nuevo, antes del cumpleaños de mi hijo, surgirá otra vez la chispa de sarcasmo y mofa que aparece en algunos de mis cuentos. Hoy no.
Hice una lista de los mundiales desde el futuro 2026, en el que México será la sede región cuatro al lado de los primer mundo, Estados Unidos y Canadá, hasta el México 1970, año que coincide con mi nacimiento. Pensé escribir sucesos relacionados con mi muy insulsa vida amorosa. Me propuse salpicarla de escenas tipo película XXX para darle algún toque de interés. Nada salió. Los rostros de Ari, Lidia, Debhani Escobar, Nayeli Alfaro, Ingrid Escamilla y Lesvy Berlín Osorio se instalaron en la pantalla de mi computadora.
Se la debo al Mundial de escritura y al de futbol.
No es mi momento feliz.
Hoy no.
Noviembre 2023
Ojalá este texto fuera el recuento doloroso de un pasado de terror ya superado. No es así. A los nombres de Ari, Lidia, Debhani, Nayeli, Ingrid, Lesvy, Fátima Quintana, Fátima Cecilia y muchas otras; se suman los de Ivana Huato, Milagros Monserrat Meza, Ana María Serrano, cuyos feminicidios recientes —Ivana y Milagros fueron asesinadas en agosto y Ana María en septiembre, de este 2023— laceran el alma. Otro caso de terror es el de Montserrat Juárez. A ella, la madre de su pareja la drogaba para evitar que huyera del departamento donde estuvo en cautiverio. El padre de su pareja le llevaba clientes para que mantuviera relaciones sexuales. La pareja cobraba quinientos pesos por relación. La tuvieron secuestrada hasta que la asesinaron a golpes. Los policías que intervinieron el caso cobraron cinco mil pesos a la familia de verdugos para contactarlos con una funeraria y conseguirles el certificado médico. A Montserrat la abandonó la Sociedad representada por ese clan del infierno, y el Estado, con nombres Fredy y René, ambos de apellido "N", Ni ayuda, Ni compasión, Ni remordimiento. La investigación está en curso.
♪ A cada minuto, de cada semana
nos roban amigas, nos matan hermanas
destrozan sus cuerpos, los desaparecen
no olvide sus nombres, por favor, señor presidente.
Por todas las compas marchando en Reforma
por todas las morras peleando en Sonora
por las comandantas luchando por Chiapas
por todas las madres buscando en Tijuana
cantamos sin miedo, pedimos justicia
gritamos por cada desaparecida
que resuene fuerte "¡nos queremos vivas!"
que caiga con fuerza el feminicida ♫…
Dedicado con cariño y respeto a Ari, Lidia, Debhani, Nayeli, Ingrid, Lesvy, Fátima Quintana, Fátima Cecilia,
Ivana, Milagros, Ana María, Montserrat y a las demás mujeres
que han sido víctimas de feminicidio.
A ellas y sus familias.
Tal vez no sepa mucho sobre escritoras, aunque me jacto de haber leído a muchas, y te digo una cosa? para mí eres la mejor, me gustan tanto tus publicaciones que las leo y las releo
Sin palabras mi querida Moni💜